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El día en que el Lago de Chapultepec se vació

Aquel 5 de junio de 2006, alrededor de las cuatro y media de la tarde, empleados del restaurante Meridién, ubicado a orillas del Lago de Chapultepec, se percataron de algo inusual: el nivel del agua descendía rápidamente. En menos de dos horas, lo que antes era un tranquilo espejo de agua se convirtió en un enorme lodazal.

La causa fue una fractura en el subsuelo que abrió un boquete de 15 metros de diámetro y nueve de profundidad, tragándose cerca de 20 mil metros cúbicos de agua. Fedro Guillén, entonces director de Bosques Urbanos y Educación Ambiental, señaló que la grieta probablemente surgió por el reblandecimiento del suelo y la presencia de antiguas minas bajo el lago.

Un escenario desolador

Con el agua desapareciendo, cientos de carpas y tilapias quedaron atrapadas en el lodo. Algunos intentaron rescatarlas, pero muchas no sobrevivieron. El panorama era devastador: un terreno fangoso cubierto de peces muertos y, en el centro, un socavón que parecía no tener fondo.

Las autoridades actuaron con rapidez. Personal del Sistema de Aguas de la Ciudad de México, Protección Civil y la delegación Miguel Hidalgo se movilizaron para contener el derrame. A las seis de la tarde, comenzaron las labores para construir un dique que frenara la fuga.

Rescate de fauna y evaluación de daños

Pese a la magnitud del desastre, una parte del lago no se vio tan afectada. Los peces y aves rescatados fueron trasladados a esa zona, ubicada cerca del restaurante Del Lago. Mientras tanto, geólogos y buzos analizaban la grieta y su posible conexión con otras cavidades subterráneas.

La noticia se propagó rápidamente. El jefe de Gobierno, Alejandro Encinas, pidió a la población mantenerse alejada para evitar accidentes. Aunque algunos vecinos participaron en los esfuerzos de rescate, las autoridades advirtieron sobre el peligro que representaba la inestabilidad del terreno.

Las minas ocultas bajo Chapultepec

El Lago Mayor, un estanque artificial inaugurado 42 años antes, fue construido sobre antiguas minas que, aunque habían sido rellenadas, seguían representando un riesgo. De hecho, solo cuatro años después de su inauguración, el lago ya había registrado fracturas. Sin embargo, no había recibido el mantenimiento adecuado para prevenir nuevos incidentes.

El secretario del Medio Ambiente, Eduardo Vega López, destacó que la fuga no solo significó la pérdida de una enorme cantidad de agua, sino también de fauna. Se estima que el 10% de los peces murió. Curiosamente, no se encontró en los drenajes un volumen de agua equivalente al perdido, lo que sugiere que el líquido se infiltró en el subsuelo.

Una advertencia para el futuro

El colapso del Lago Mayor dejó en evidencia la fragilidad de las infraestructuras en Chapultepec y la urgencia de una intervención integral. Aunque para enero de 2007 se tenía previsto iniciar un plan de rescate en la segunda sección del bosque, el incidente dejó claro que las acciones debían ser inmediatas y más profundas.

Mientras los buzos exploraban la oquedad en busca de conexiones con otras minas y los peritos evaluaban las pérdidas, se descartó riesgo para las estaciones del Metro cercanas. Sin embargo, las autoridades se mantuvieron en alerta ante cualquier posible emergencia.

El Lago Mayor, antes símbolo de serenidad y belleza, quedó marcado por esta tragedia, recordándonos los peligros de edificar sobre terrenos inestables y la necesidad de un mantenimiento adecuado para evitar que la historia se repita.

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