Festivales, fandoms y conciertos en vivo han transformado la forma en que los jóvenes eligen sus destinos turísticos. El turismo musical se posiciona como una tendencia poderosa entre la Generación Z, redefiniendo el sector con experiencias que mezclan emoción, cultura pop y redes sociales.
La música como brújula de viaje
El turismo musical ha dejado de ser una rareza para convertirse en una categoría propia dentro del turismo juvenil. Para la Generación Z, viajar implica algo más que conocer nuevos lugares: se trata de vivir experiencias sonoras, presenciar conciertos, asistir a festivales o visitar locaciones icónicas de sus ídolos musicales.
Festivales internacionales: los nuevos destinos soñados
Coachella, Lollapalooza, Tomorrowland, Primavera Sound, Glastonbury y el KCON son más que eventos; son razones para cruzar fronteras. Ciudades como Los Ángeles, Barcelona o Seúl se han convertido en imanes turísticos para fans de la música en todo el mundo. Corea del Sur, en particular, ha impulsado un boom turístico gracias al K-pop, con millones de fans viajando a seguir los pasos de BTS, Blackpink o Stray Kids.
Las redes sociales son el nuevo mapa turístico
TikTok e Instagram han dado forma al turismo musical. Los jóvenes ya no solo buscan lugares icónicos, sino experiencias que puedan grabar, editar y compartir. Videos de outfits festivaleros, clips de conciertos y recorridos por spots relacionados con artistas generan contenido viral que influye directamente en las decisiones de viaje.
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Viajar por música es viajar por identidad
Para la Generación Z, la música no solo entretiene: representa emociones, valores, estéticas y tribus culturales. Un concierto de Taylor Swift, un evento de reguetón o un festival de música electrónica se convierten en rituales de pertenencia. Estos viajes musicales son, en muchos casos, más importantes que unas vacaciones tradicionales.
México y su oportunidad dorada
Ciudades mexicanas como CDMX, Guadalajara y Monterrey tienen todo para capitalizar esta tendencia: infraestructura, talento local, diversidad musical y una escena vibrante. El país puede posicionarse como epicentro del turismo musical latinoamericano con rutas sonoras, experiencias inmersivas y festivales de talla mundial pensados para un público joven, global y conectado.
