¿Trump aliado de Ucrania?
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Columna: Aguas Internacionales
Por: José Miguel Martínez
El pasado lunes 17 de febrero los cuerpos diplomáticos de Rusia y Estados Unidos se sentaron a dialogar en Arabia Saudita sobre un posible alto al fuego en la guerra de Ucrania. El gran ausente en las negociaciones de paz fue, irónicamente, Ucrania, país atacado por Rusia desde el 24 de febrero de 2022 en lo que Rusia denominó “operación militar especial en Ucrania”, evitando así reconocer el conflicto como “guerra o invasión”.
Como contexto, sabemos que las tensiones más fuertes empezaron en 2014. Tras una serie de revueltas armadas en Crimea, una de las provincias de Ucrania, los rusos mandaron tropas con el fin de apaciguar dichas protestas. No obstante, aprovecharon la intervención para anexar esta región ucraniana a Rusia.
En consecuencia a este acontecimiento, las tensiones entre las dos naciones continuaron creciendo hasta que en 2022 Rusia lanzó un ataque a gran escala contra su país vecino, mientras aún discutía en el Consejo de Seguridad de la ONU la situación de Ucrania.
Es cierto que habían ocurrido revueltas armadas en diferentes países desde la Segunda Guerra Mundial (SGM), como el conflicto en Yugoslavia. Sin embargo, no se veía un ataque a otro Estado de forma tan directa desde la SGM ni desde la creación de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
En respuesta a la intervención rusa, las condenas internacionales y las sanciones no tardaron en llegar. Por desgracia, a Rusia las represalias internacionales no parecieron importarle ni un poco, por lo que Putin continuó con el ataque.
Si bien Ucrania no pertenece a la OTAN, ni a la Unión Europea (UE), Vladímir Putin usó como pretexto los coqueteos de los ucranianos con ambos organismos, iniciados en 2021, para justificar que se sentía amenazado por este movimiento. Por su lado, tanto Estados Unidos, de la mano del entonces presidente Biden, como la misma UE apoyaron la defensa de Ucrania tanto con armamento como con recursos monetarios.
Sin embargo, la reciente llegada de Trump a la presidencia dio un giro de 180 grados a la situación, iniciando negociaciones de paz con Rusia y dejando fuera de las mismas a Ucrania. Además, desde la Casa Blanca se ha generado un discurso en contra de Zelensky, actual presidente de Ucrania, etiquetándole como dictador y, presionándole para dimitir de su cargo y convocar a elecciones. Más aún, suspendió toda la ayuda brindada, tanto militar como económica al que es, ¿o era?, uno de sus aliados.
De esta situación destacan dos temas: el primero, que Trump no sólo ha dado la espalda a sus aliados, sino que les ha confrontado y puesto en jaque. Por si fuera poco, les ha puesto en una situación sumamente compleja al no dejarles participar en las negociaciones en las que, además de estar directamente involucrados, pueden tener efectos en el tamaño de su territorio.
La segunda cuestión que llama la atención es el acercamiento con Rusia, pues se ve cada vez más cerca a Estados Unidos de Rusia y China, sus tradicionales némesis, que de sus “aliados y amigos”.
Ante este panorama no parece estar clara la estrategia de la Casa Blanca; lo que sí les puedo asegurar, es que estamos presenciando un cambio radical en el panorama internacional. Trump está cambiando el juego.