La Fiscalía General de la República (FGR) investiga dos robos de cargamentos de aguacate que se registraron en el estado de Michoacán en contra de unidades de transporte federal y que sumaron pérdidas por 40 toneladas del también llamado oro verde.
El primer robo de aguacates ocurrió sobre la autopista Villa Madero, a la altura de la Tenencia de Tiripetío, dónde civiles armados interceptaron al conductor de un tractocamión y le robaron los 20 mil kilos de la fruta, según se lee en la denuncia que su abogado presentó ante el agente del Ministerio Público Federal.
El segundo robo se registró sobre la autopista Pátzcuaro-Cuitzeo, a la altura de la comunidad de Cuto del Porvenir; de acuerdo con el apoderado legal del chofer de un tractocamión de caja seca, un comando le bloqueó el paso al conductor y en cuestión de minutos le robaron otros 20 mil kilos de aguacate.
La FGR informó que ya se abrieron dos carpetas de investigación por el delito de robo y en contra de quién o quiénes resulten responsables por los hechos ocurridos en carreteras de los municipios de Morelia y Pátzcuaro.
El narco y los aguacates amenazan a Michoacán
La investigación de la GITOC refiere que a inicios del nuevo milenio Los Zetas llegaron a Michoacán para disputar territorio al Cártel de Sinaloa, sin embargo, para financiar sus operaciones criminales recurrieron a otros delitos como la extorsión a comerciantes y pobladores de la región.
Los Zetas y La Familia Michoacana establecieron “cuotas voluntarias de protección” que con el paso del tiempo se volvieron obligatorias. Este modelo atrajo a otros grupos criminales como Los Caballeros Templarios, el CJNG, el Cártel de Tepalcatepec y el Cártel de Zicuirán que incursionaron en la extorsión a aguacateros.
De la extorsión, el narco pasó a la tala de bosques y al desplazamiento de habitantes para ocupar sus parcelas y obligarlos a sembrar aguacates. Quienes se negaban o resistían eran secuestrados o asesinados.
Las consecuencias del “negocio” del narco también se tradujeron en problemas ambientales a consecuencia de la deforestación, del uso de herbicidas que contaminan el agua del subsuelo y por el “agotamiento hídrico”, pues los árboles de aguacates requieren de fuertes cantidades de agua: en resumen, se gasta más agua para producir el ‘oro verde’, se talan los bosques para sembrar aguacates y eso hace que disminuyan las lluvias.
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