Bonfil: el pueblo que sembró Cancún antes de que existiera

Antes de los hoteles y los turistas, ya había comunidad. Alfredo V. Bonfil nació en 1974 como el corazón agrícola que alimentaría a Cancún. Su historia refleja los orígenes reales de una ciudad planeada para el turismo, pero construida por trabajadores que llegaron con sueños, tierra… y machete.
Un ejido fundado para sostener a Cancún
El Ejido Alfredo V. Bonfil fue fundado el 16 de febrero de 1974, impulsado por el entonces presidente Luis Echeverría Álvarez, como parte del proyecto nacional para desarrollar Cancún como un centro turístico internacional. Su misión era clara: proveer alimentos y productos agropecuarios a la incipiente ciudad turística que apenas comenzaba a construirse.
Mientras en la Zona Hotelera se trazaban los primeros complejos frente al mar, en Bonfil los fundadores levantaban casas de madera y techos de palma, cultivaban el suelo y criaban animales. Era una comunidad con rostro de campo, pero mirada al futuro.

De tierras agrícolas al crecimiento urbano
Con el paso de los años, la rápida urbanización de Cancún transformó también a Bonfil. Muchos de sus habitantes, provenientes de estados como Sinaloa, Durango, Tamaulipas y Veracruz, comenzaron a trabajar en el sector turístico. Las milpas dieron paso a talleres, tienditas, casas de dos pisos y calles llenas de movimiento.
Pese a esa transformación, Bonfil conservó una identidad distinta: su gente, sus costumbres y su historia la separan culturalmente del “Cancún turístico”. Allí aún se celebran tradiciones como la charrería, el béisbol amateur y las fiestas ejidales, con gran arraigo entre generaciones que crecieron al margen del mar… pero cerca del alma del Caribe.
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Retos actuales: crecimiento, seguridad y pertenencia
Según el censo de 2020, Bonfil tiene casi 20 mil habitantes, lo que la convierte en la segunda localidad más poblada del municipio de Benito Juárez, después de Cancún. Su crecimiento, sin embargo, también ha traído problemas: servicios saturados, falta de infraestructura y, en años recientes, aumentos en los índices delictivos, según medios locales y reportes oficiales.
Aun así, muchas familias mantienen la esperanza de que se recupere el espíritu fundacional: una comunidad trabajadora, organizada y con memoria. Hoy, Bonfil representa una oportunidad para rescatar las raíces de Cancún desde el pueblo que ayudó a sembrarlo.