Cenote Calavera: entre el turismo extremo y las puertas del inframundo maya

Ubicado en el corazón de Tulum, el Cenote Calavera atrae a visitantes por su forma peculiar y su historia milenaria. Para los antiguos mayas, no era solo una belleza natural: era una entrada directa al Xibalbá, el reino de los muertos.
Un cenote que parece una calavera… literalmente
El Cenote Calavera, también conocido como “Templo de la Perdición”, se encuentra a unos minutos del centro de Tulum, en el kilómetro 1 de la carretera hacia Cobá. Su nombre se debe a la peculiar forma de sus tres aperturas en la roca: al observarlo desde arriba, da la impresión de un cráneo humano con ojos y boca.

Una puerta al Xibalbá, el inframundo según la cosmovisión maya
En la tradición maya, los cenotes no solo eran fuentes de agua: representaban portales al Xibalbá, el mundo subterráneo donde las almas atravesaban pruebas antes de alcanzar el descanso. El Cenote Calavera era uno de esos puntos sagrados, y su forma espeluznante y oscura alimentó leyendas de encuentros con seres del inframundo.
Algunos pobladores antiguos afirmaban que no todos los que entraban salían igual. Se hablaba de visiones, voces y hasta presencias en lo más profundo del cenote. Muchos chamanes lo consideraban un sitio para ofrendas y conexión espiritual.
Hoy, un spot turístico… pero aún misterioso
Hoy, este cenote es uno de los más visitados por clavadistas y turistas aventureros, quienes se lanzan desde su borde rocoso a las profundidades cristalinas. Pero a pesar del ambiente instagrammeable, aún hay quienes aseguran sentir una energía “más pesada” o distinta que en otros cuerpos de agua.
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Diversas investigaciones arqueológicas han encontrado restos humanos y cerámicas en cenotes de la región, lo que reafirma que eran usados en rituales sagrados. El Cenote Calavera, aunque más turístico ahora, conserva ese misticismo que intriga a locales y visitantes por igual.
¿Turismo sin respeto o vínculo ancestral vivo?
Activistas ambientales y comunidades mayas han advertido sobre el impacto del turismo desmedido en lugares sagrados como este. Exigen mayor conciencia sobre su valor cultural y espiritual, más allá del atractivo visual. El Cenote Calavera no es solo un sitio para selfies: es un lugar vivo, lleno de historia y memoria.