Felipe Carrillo Puerto: líder socialista y defensor de los derechos indígenas

Felipe Carrillo Puerto, nacido en 1874 en Motul, Yucatán, fue un político y periodista mexicano reconocido por su lucha en favor de los derechos de los pueblos indígenas y su papel en el movimiento socialista del sureste de México.
Primeros años y compromiso social
Desde joven, Carrillo Puerto mostró interés por las causas sociales, especialmente en la defensa de las comunidades mayas. Su labor como periodista y político lo llevó a enfrentarse con los hacendados de la región, defendiendo los derechos agrarios de los indígenas.

Participación en la Revolución Mexicana
Durante la Revolución Mexicana, Carrillo Puerto se unió al movimiento zapatista, promoviendo la Constitución de 1857 entre los jornaleros mayas y abogando por sus derechos.
Gobernador de Yucatán y reformas sociales
En 1922, fue elegido gobernador de Yucatán, implementando reformas progresistas en educación, trabajo y derechos de las mujeres. Estableció los “jueves agrarios” y “los lunes rojos” para promover la educación y la justicia social.
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Relación con el municipio de Felipe Carrillo Puerto
Lo que hoy conocemos como el municipio de Felipe Carrillo Puerto fue originalmente fundado con el nombre de Santa Cruz de Bravo, una localidad profundamente vinculada a la resistencia indígena maya durante la Guerra de Castas. Sin embargo, en 1932, el Congreso de la Unión aprobó el cambio de nombre como un homenaje directo a Felipe Carrillo Puerto, el líder socialista y defensor de los derechos de los pueblos originarios. Esta acción no solo reconoció su lucha en favor de las comunidades mayas, sino que también selló su vínculo simbólico con el corazón cultural de Quintana Roo.
Nombrar este municipio en su honor fue una forma de preservar su legado político y social, y de reafirmar la identidad indígena que caracteriza a esta región del estado. Actualmente, el municipio no solo lleva su nombre, sino que también encarna los valores por los que él luchó: justicia social, educación popular, reforma agraria y respeto a las culturas originarias. Así, el territorio se convierte en memoria viva del llamado Apóstol de la Raza, quien, aunque yucateco de nacimiento, permanece en el espíritu de los mayas quintanarroenses.